Un mes preguntando por Santiago
No tengo la capacidad de hacer un análisis político de lo acontecido ayer, solo puedo hacer una apreciación desde mi visión de persona políticamente ignara.
Ayer, al finalizar la jornada laboral, junto con algunos de mis amigos y afectos, nos juntamos a cenar por mi cumpleaños.
En el restaurant dos teles prendidas: una C5N, la otra TN.
Una versaba de la multitudinaria marcha exigiendo conocer la "suerte" (si se puede llamar así), de Santiago Maldonado (no le pongo ningún subjetivema ni apreciación personal, fuera de no conocer su paradero).
La otra -durante las 2hs que duró el agasajo- no paró de loopear la destrucción de la Av. de Mayo, el Cabildo y el Ataque a Gendarmería.
Hasta acá son visiones de canales partidiarios que sí tienen por detrás todos sus ideales políticos y no humanos (ninguno de los dos es santo de mi devoción para el consumo de información).
Entre la enorme cantidad de gente que participó del acto, además de políticos, famosos posando p'al face, choriplaneros de micro escolar, desestabilizadores del gobierno en curso, sucios impíos federales, dementores y encapuchados vandalistas; también participó gente común (como vos -sea que hayas adherido o no-, como mi viejo, mi hermana menor, alguna que otra persona que labura de 08hs a 20hs y también algún amigo tuyo) que sintió la necesidad de acercarse y sumar su apoyo a la manifestación.
No encontré una cifra, se habla de "decenas de miles", y una imagen vale más que mil palabras para sintetizar la adhesión a la convocatoria.
Pero le hago caso al noticiero, me quedo con los vándalos de turno, esos 50 o 100 que fueron a romper todo a su paso. Ese ¿0.02%? de los presentes (minimizando la cifra a 5.000 personas).
Y cuando pienso en 100 personas empañando un reclamo que aúnaba a una parte de la sociedad (paga o por voluntad propia) se me solapan dos pensamientos opuestos.
1. Qué tan pelotudo hay que ser para cometer un acto vandálico que deja como víctima al monumento histórico nacional, desvíando el verdadero foco de la marcha y dándole a quienes deben encontrar las respuestas del caso una buena excusa para deslegitimar el reclamo.
2. Qué tan astuto hay que ser para meter 100 personas en una marcha, que rompan todo y poder ensuciar al resto de los manifestantes (ese otro 99.98% que no fue a romper nada, sino que quiere una respuesta) como inadaptados sociales que solo buscan derrocar a Bullrich y sus pares. Dejando en el inconsciente colectivo la idea de que esta marcha fue solo para generar disturbios.
Y sí, una verga como quedó el monumento histórico que ahora pareciera volver a representar el Cabildo que -en el peor de los escenarios- se tapará con pintura... muchos litros quizás (y varias capas de pintura tras pintura), dejando en el olvido de esta sociedad el caos y desorden de anoche.
Pero qué tanto peor se siente que todavía no exista un solo dato fehaciente del destino que le tocó transitar a ese chabón del que ya estás hinchado los huevos de ver en medios, pancartas, pintadas y posteos en redes sociales.
No me gustaría estar en su lugar... pero menos aún en el de sus familiares.
Ah, y por si necesitás un enfoque distinto (porque esto no pretende ser una publicación política), y sutilmente relacionado a este tema, Los Fabulosos Cadillacs -mucho antes del Gobierno M. y del K.- editaron una canción llamada Desapariciones (que forma parte del disco 'El león', de 1992... quizás vos saltabas de huevo en huevo o no estabas en los planes de tus viejos siquiera).
Cuando puedas darle play y entender el desgarro en la voz de Vicentico al preguntar "¿A dónde van los desaparecidos? buscá en el agua y en los matorrales. ¿Y por qué es que desaparecen? porque no todos somos iguales", vas a entender de qué se trataba esa recurrente y tediosa pregunta de ¿dónde está Santiago Maldonado?
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