The Godpigeon
Una de las cosas que más curiosidad me produce es que no existan palomas flacas.
Bueno, sí, debe haber una excepción... pero generalmente las palomas son aves gordas (muy, debería agregar a los efectos de la realidad).
Supongamos que hasta acá no es un tema que sea para preocuparse... yo soy gordo y no veo una paloma escribiendo un post armando semejante escándalo por eso.
En ambos casos el motivo es simple, las palomas (así como el que escribe) comen todo el tiempo, cualquier porquería que encuentren a su paso y les permita saciar temporalmente el angurriento deseo de engullir algo.
Algunas parecieran ser un desafío para cualquier gato que intentase cazarlas o -como se publicó a fines del 2011 en el diario Perfil- para cualquier halcón, por más entrenado que estuviera.
Hoy a la mañana, sin ir más lejos, vi una de las hazañas más osadas de esta especie.
Una paloma, parada a solo unos pasos del cordón de la vereda, con su cuerpo de frente al tráfico vehicular.
Un auto acercándose peligrosamente a una velocidad moderada (pero no lenta). Ni siquiera amagó con mover sus alas.
El ruido a bolsa de huesos que se escuchó al pasarle el auto por encima, fue escalofriante.
Cual si fuese un Terminator alado, salió por el otro lado del auto al mejor estilo doble de riesgo de Tom Cruise en Mission Impossible (bueno, un poco pelotuda quedó -o ya era- porque quedó tambaleándose).
No le temen a la muerte, la desafían aún con la guadaña apuntando a sus cogotes.
Todo esto toma otra importancia cuando consideramos la superpoblación de palomas que hay hoy en día.
Cada mañana, cuando salgo de casa rumbo a la DaVinci, las veo haciendo guardia desde los cables que cruzan las calles o en las cornisas de los edificios.
Como agravante, estos tanques ovíparos cuentan con personas que sufren de exceso de tiempo libre y les dan de comer en plazas o espacios públicos.
Cuando todavía era alumno, iba a la DaVinci en tren hasta la estación de Retiro y de ahí caminaba escuchando música.
En mi trayecto pasaba por la plaza San Martín, donde todas las mañanas una señora cumplía con el ritual de tirarles maíz.
No le deseo a nadie quedarse atrapado en el medio del vuelo frenético de una parvada de palomas.
Ese día estaba con mi cámara en mano (recién me la había comprado y me gustaba caminar sacando fotos a cualquier pelotudez) y solo pude cerrar los ojos, presionar el obturador y registrar ese momento.
Palomas entrenadas con la técnica del "Ataque carancho", tirándose sobre vehículos o personas, tal como se puede ver en el Angry Birds (juego o película, da igual)... Todo un manual de batalla, practicando con chanchos para no ser tan evidentes.
El que todavía no tuvo un ataque de paranoia Hitchcockniano, es porque no entendió nada de este post.
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